14.12.10


La mayoría de las veces nos ponemos a hablar del tiempo, o del porqué de las cosas. ¿Por qué pasa así?, ¿porqué se fue?, ¿porqué desapareció?, ¿porqué vino?, ¿porqué no está? Tantos porqués, que ni siquiera encontramos una simple, corta, o extensa respuesta. Nos pasamos buscando a lo largo de la vida la solución a tantas preguntas; hasta que llega una etapa, por la que entendemos, que eso que tanto estábamos buscando nunca iba, ni va a llegar. Entonces pensamos, ¿fue una pérdida de tiempo? ¿De qué me sirvió intentar encontrar algo que no sabía si iba a llegar? ¿De qué sirve perseguir tanto algo, que hasta podría convertirse en una obsesión, si no sabes cuánto va a tener que pasar para encontrar eso que te convenza? ¿Porque la gente se empecina tanto en buscar, y buscar? ¿Porque no se conforma con lo que dicen los demás? Pero estamos todo el tiempo queriendo tratar de encontrar lo que no tenemos en nuestras manos, buscando la respuesta exacta; esa que una vez que la tenemos, ya no nos importa. Pero estamos tan acostumbrados a abrumarnos con las cosas, que hasta a veces perdemos la calma, nos encontramos en una locura total. Yo sin embargo, hacía exactamente lo mismo que ustedes. Intentaba buscar el porqué de todo, pero hoy puedo entender; que esa respuesta, ponga el esmero que ponga, siga hasta el final mis metas, haga hasta lo imposible, nunca va a llegar.