La gente siguió caminando, las luces se prendieron y se apagaron. El sol y la luna siguieron saliendo. La vida siguió fluyendo. ¿Hay un mundo después de mí? Mirar al cielo no me tranquilizó en lo más mínimo. ¿No se puede parar el mundo? Todos me decían que la vida es lo más hermoso. ¿Tengo que aprender alguna lección? Mirar el mundo se me hizo complicado, continuar la misma rutina era la tarea más difícil del día. Fingir que estaba bien, cuando no lo estaba, solo me arruinaba cada vez más. No me salía mentir, no me hacia bien. Los minutos pasaban, y seguía sentada, esperando que algo interesante pase. ¿Le importó a alguien? El calor, se volvió frio. Las hojas verdes, marrones; así sucesivamente. Nunca iban a parar. Las lágrimas que alguna vez habían salido por mis ojos, ya se secaron. Me di cuenta, después de mucho tiempo, que no sé puede esperar nada de nadie. Si yo no me lo propongo nadie se lo va a proponer por mí. Me decidí a cambiar. Vamos a ver cómo me va con eso.